martes, 18 de mayo de 2010

El destino hace de las suyas.

El destino fue el que nos unió, y el mismo ahora nos vuelve a separar.
El destino quiso que aquel caluroso domingo el ventilador decidiera suicidarse y me entraran unas ganas tremendas de coger el coche y poner rumbo a la playa.
Este hizo que tu te saltaras el semáforo en rojo cruzándote en mi camino. Al igual que quiso que nos chocáramos, decidió que tu no acabaras herido y obligaras entre gritos que te llevara en mi coche ha donde quiera que fueses.
Desde ese mismo instante, el destino no actuó mas. Fuimos nosotros solos que, a raíz de ese pequeño incidente que se convirtió en la oportunidad de habernos cruzado en nuestras aburridas vidas, lo convertimos en un bonito romance.
Pero, a diferencia de los cuentos de hadas, castillos y príncipes azules, no hubo un felices para siempre.
Entonces el destino volvió a jugar el papel protagonista en la obra de nuestra vida.
Quiso que yo estuviera en casa cuando tu teléfono sonó, y que justo fuera ese día en el que la curiosidad me ganara por encima de la libertad y privacidad que nos habíamos concedido el uno al otro.
El destino quiso que aquella multitud de mensajes de, seguramente, con quien compartías otra parte de tu vida que yo desconocía totalmente, colmara mi paciencia ante las sospechosas llamadas a las tantas de la madrugada y tus escapadas los fines de semana, decidiéndome a hacer las maletas y alejarme de ti para siempre, dando por finalizada esa dramática función.

¿Que mas nos deparara el destino en un futuro? ¿Seguirá planeando nuestras vidas, ahora por separado?

1 comentario:

Liju dijo...

Ell és un capullo i ella no s'ho mereix. I el destí és un cabró!

M'agrada com escrius. ;)
Petons!

Busca en mi bote de cristal


Felicity

Una vez soñé que te perdía. Estábamos en unos icebergs y no me acuerdo si tú te alejabas flotando de mí o yo de ti.

Pero recuerdo que me desperté a tu lado, era media noche y estaba lloviendo, como hoy. Te oí respirar y me calmé.

Era como si nos habláramos sin palabras.

Me pregunto cómo y cuándo aprendimos ese lenguaje secreto. Sólo sé que en algún momento, en los silencios, te oía.

Y ahora sólo me quedan las palabras, estas palabras inútiles cuando lo único que quiero es volver a estar a tu lado.

Hacer que te sientas seguro, ayudarte a dormir. Recuperarte.